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Odisea |
Un viaje interior | ![]() |
La misma lluviaAyer llovió, torrencialmente, sobre Barcelona. El diluvió me sorprendió a la salida del cine, al finalizar El mismo amor, la misma lluvia. La mentira del cine se fundió con la realidad; la película empieza y termina con una lluvia torrencial. Pensé que chaparrones así, solo se ven en las películas. Me equivocaba. Como si continuara la ficción me encontré junto a unas cien personas atrapado bajo una marquesina acristalada frente al cine que nos cerró las puertas dejándonos a la intemperie. Difícil noche. Tras una estéril espera de más de una hora y viendo que la tormenta no escampaba, decidí salir a buscar el coche corriendo bajo una cortina de agua. Llegué completamente empapado y tuve que cometer varias infracciones de tráfico para recoger a mi acompañante en la puerta del cine. Entre los refugiados se hallaba una pareja. Ella estaba embarazada. Habían llegado en metro y esperaban encontrar un taxi. En vista de las circunstancias les llevé a su casa, desviando mi ruta. Cinco minutos después estábamos atascados por la inundación. Coches subidos a la acera, alcantarillas vomitando géiseres de agua: el caos total. Una hora después conseguí dejar a la pareja en su casa; otra hora más y llegaba yo a la mía. Anécdotas aparte, El mismo amor, la misma lluvia fue un intensa dosis de buen cine. Si les gustó El hijo de la novia ésta película no les defraudará. Cronológicamente anterior, comparte con aquella una curiosa e infrecuente propiedad: son capaces de emocionar sin sensiblería barata. Alrededor del eje principal, una historia de amor apoyada por el trasfondo social argentino con el paso de los años, otras historias y otras reflexiones se entrelazan formando un tejido rico en ideas y denso en emociones. Salpicada de humor, de cotidianidad, con personajes ajenos a los héroes, sublimes y débiles al mismo tiempo, la película nos habla directamente del amor, la amistad, el desamor, la fidelidad, la corrupción, la pasión de escribir, la solidaridad, el dolor, la renuncia. Todo un microcosmos, que podría ser el nuestro. Muy bien dirigida y soberbiamente interpretada. Basta una escena para justificar la película: observen a Ricardo Darín recibiendo una dura noticia por teléfono. Su contrapunto perfecto es Eduardo Blanco, amigo también en El hijo de la novia. No quiero contar nada más. Vayan a verla, déjense emocionar y disfruten. 2002-08-01 a las 23:13 | Odiseo | 2 Comentarios | # Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://odisea.blogalia.com//trackbacks/2144
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