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Odisea |
Un viaje interior | ![]() |
Una maestra en KatmandúHay libros interesantes, entretenidos, curiosos, divertidos, bien escritos, con tramas bien urdidas, best sellers que se leen como si nada, o literatura de altos vuelos que nos marcan para siempre.Pero luego hay libros ignorados, sencillos, sin un gran estilo pero que en su infinita modestia pueden calar hasta los huesos y llegarnos al fondo sin saber muy bien cómo ni por qué. Una maestra en Katmandú es uno de esos humildes libros a los que me refiero. Lo encontré en el estante de un librería y todavía no se por qué me pidió que lo ojease. De verdad, él me lo pidió. Tuve que leer la contraportada. Luego leí el principio. Después salté algunas páginas y devoré unos cuantos párrafos. Un rato más tarde salí de la librería con el libro bajo el brazo. Su poder continuó gobernándome al llegar a casa y en tres o cuatro días −poco tiempo si tenemos en cuenta mi velocidad de lectura− lo consumí, o él me consumió a mí. La autora Vicky Sherpa, de soltera Vicky Subirana, es una mujer que tuvo un sueño: fundar en Nepal una escuela para los más desfavorecidos, de forma que tuvieran acceso a una educación de una calidad sin precedentes en dicho país. Contado así puede parecer un ideal encomiable y poco más. Pero estamos hablando de Nepal, un país tradicionalista, machista hasta el tuétano, inmerso en el sistema de castas y donde la superstición, la corrupción y la burocracia son tan habituales como la pobreza. Nada fácil para una mujer extranjera, ciertamente. El libro describe esa trayectoria imposible y es inútil intentar deshacerse de la fascinación que desprende. La peripecia de Vicky es la línea argumental del relato. En ella hay suficientes anécdotas e historias para mantener interesado al lector. Cuesta trabajo entender cómo alguien puede ser tan resistente a la adversidad, tan perseverante en las ideas, tan inteligente en las decisiones, sabiendo renunciar a uno mismo para poder llegar al objetivo. Pero lo más sorprendente es leer las reflexiones de la maestra sobre los acontecimientos que va relatando. Y así, comprende lo que va pasando a su alrededor en un extraordinario ejercicio de tolerancia y respeto del que podríamos tomar muy buena nota. Me he reído a carcajadas (la “batalla de los piojos” es antológica), me he conmovido (la luna de miel), me he emocionado (la explotación de los niños) y me he indignado (un caso de malos tratos denunciado a la policía con aberrantes consecuencias, el “caso del autobús”). En definitiva, he desplegado un abanico de sentimientos que no esperaba. Y es que a veces un libro puede tocar todos nuestros resortes. 2002-08-17 a las 13:27 | Odiseo | 0 Comentarios | # Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://odisea.blogalia.com//trackbacks/2257
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